Proyecto Taller de Escritores
Investigar desde la escuela es una política de trabajo que ha tomado mucha fuerza desde mediados de la década del 90, donde los docentes y los estudiantes deben desarrollar competencias y habilidades científicas que le permiten pensar, entender y proponer nuevas estrategias de formación para el aprendizaje en las diferentes áreas; sin embargo, y a pesar de los esfuerzos del sector educativo, ha sido muy poco lo que se ha avanzado en el tema, debido a que las nuevas generaciones de jóvenes del país se están enfrentando a una sociedad conflictiva, donde los núcleos familiares se ha desdibujado a través del tiempo y se vende y se consume violencia, lo que ha ocasionado que la educación deje de ser un ente transformador de la sociedad y hoy sea un elemento social entendido como un sistema poco funcional, vacío, incoherente e incluso anticuado.
Es evidente el desinterés de los jóvenes por adoptar nuevos hábitos y formas de vida en los que la academia y la familia jueguen un papel fundamental. El conflicto armado que vive el país ha tocado y abierto un grieta, casi que imposible de cerrar, entre la educación, la familia y la sociedad; hechos como el desplazamiento forzado y el secuestro hacen parte de la lista de innumerables hechos que afectan el pensamientos y los intereses de los jóvenes que llegan a las aulas de clase, haciendo de la labor docente una hazaña casi titánica.
La Institución Educativa Fe y Alegría La Cima, no es ajena a esta situación nacional, está en medio de un conflicto social donde el fenómeno de las pandillas, que traen consigo el sicariato, el alcoholismo, la prostitución, la drogadicción hacen parte de los problemas que enfrentan los docentes.
Los padres de familia de la institución, en su mayoría han delegado sus responsabilidades a los docentes, o, en el peor de los casos, a los amigos de sus hijos. Es evidente el abandono en el que viven estos jóvenes, y esta es una de las explicaciones del porqué de los niveles académicos tan bajos, del desinterés, la poca motivación en los jóvenes, de ahí que sea necesario la construcción de estrategias pedagógicas que le permitan a los docentes llegar al conflicto y desde él proponer otras formas de entender y ver la vida. Si bien, esto no es una tarea fácil, tampoco se constituye en un imposible.
Hablar de escritura en este contexto es para un muchos un sueño, dado que además de los problemas sociales ya mencionados, los estudiantes no tienen hábitos de lectura, sus niveles de comprensión lectora son bajos, en relación con la escritura está limitada únicamente a lo que por obligación los docentes les hacen registrar en sus cuadernos de apuntes y estos registros son incoherentes, con errores ortográficos, con pésima caligrafía y los presentan de forma desorganizada. La explicación que muchos de estos alumnos hacen cuando se les pregunta la razón de este tipo de anotaciones es que estos temas no son de su interés, les da pereza escribir.
Cuando se les pregunta por los textos que han leído a través de los ciclos académicos, no dan razón de ninguno de ellos. Para ellos la lectura y la escritura está relacionada con libros de “interminables y aburridoras hojas” que les producen sueño, fastidio. Desde esta perspectiva nace la propuesta de trabajo de ¿cómo diseñar un programa de trabajo institucional en el que se vinculen docentes y estudiantes en torno del proceso de lectura y escritura en los estudiantes de primero a undécimo grado? Ver el proyecto completo.